Uno de los modelos en que se especializó, las sabonetas, alcanzaron fama internacional y entre sus clientes estuvo la reina de España Isabel II. Una de ellas fue entregada como regalo al Almirante Méndez Nuñez tras la batalla de El Callao (actualmente en el Museo Naval de Madrid). Durante su periodo de máximo esplendor aceptó la formación de españoles en su taller londinense. Ejerció como relojero jefe del Observatorio de San Fernando.
Entre sus creaciones estuvieron muchos modelos de cronómetro marino, imprescindibles para el cálculo de la longitud geográfica durante la navegación.